De la sucursal del Cielo al Universo.

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Date

Bajo el cielo nocturno una niña se recuesta en su jardín. Sus cabellos oscuros se desbordan sobre la hierba que crece entre reinas del valle, sus ojos se llenan con la danza centelleante de las estrellas mientras se resguarda en preguntas existenciales. ¿De qué está hecho el universo? ¿Cómo brillan las estrellas? ¿Cómo coexiste todo allá arriba en armonía? Para muchos, estas preguntas, tan grandes y tan desconcertantes, son motivo de desasosiego, pero para ella, era su lugar seguro, es el lugar en el cual encuentra la paz en medio del caos. Un caos que para el Cali de los 80’s y 90’s inundaba todo de sangre, violencia e incertidumbre, y en medio de esto, una niña encontró esperanza dentro la ciencia. Todo gracias a esas noches de profunda curiosidad. 

“Lady Diana”, nombre que las mujeres de su familia eligieron basadas en la idea de que ella llegaría más allá de sus propias expectativas, logrando con esto ser la primera, de este grupo de mujeres en la familia, en llegar lejos y cumplir sus propios sueños. Sueños que  parecían estar a miles de años luz de su realidad. En Cali, no había NASA, no había un camino trazado a ese destino. ¿Cómo podría llegar a ser lo que tanto deseaba? ¿Cómo convertirse en una princesa guerrera espacial? Tal y como su heroína Leia Skywalker.

El camino no sería sencillo y para llegar a su meta habría que sortear monumentales dificultades. Luchar contra los límites que le impusieron por su género, pero incluso luchar contra ella misma. Una dificultad muy común entre las niñas del mundo. La UNESCO lo hace evidente en estudios donde concluye que las niñas van perdiendo interés en los temas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en su gran mayoría a raíz de los roles de género. El panorama incluso ahonda en que, las razones de género tienen más profundidad que las manifiestas. Las niñas deciden abandonar este camino en las ciencias, porque sus padres y maestros les dicen que no son lo suficientemente inteligentes o capaces para desempeñar roles a los que ellos definen como masculinos, porque los apoyos son menores a los que reciben sus congéneres y porque no tienen modelos a seguir, otro factor que impacta en que las niñas se acerquen o continúen con su vocación.  Los estereotipos regidos por el sesgo de género son letales para que las niñas desarrollen sus sueños, y no sean conscientes de buscar, a toda costa, el desarrollo de sus habilidades intelectuales limitándose en su formación como líderes. Todo esto provoca que las niñas abandonen su camino, perdiendo espacios en la ciencia, por lo que se continúa este círculo vicioso reafirmando la idea de que son pocas las que lo logran. Esto, se clarifica aún más entendiendo que la “Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos predice que los profesionales en tecnología tendrán el más alto crecimiento en número de trabajos entre ahora y 2030, y que es probable que sólo una fracción de niñas y mujeres busquen carreras que les permitan llenar esas posiciones.” 

Lo anterior explica lo fundamental que es que las niñas y mujeres conozcan las historias de personajes como Diana Trujillo. Estas niñas deben comprender que no hay razón para sentirse solas ante los retos, ya que aquellas líderes, que lo han logrado, también tuvieron dificultades, también pensaron que fallarían, también sintieron frustración, y también fueron asediadas por el miedo. Líderes que, aún en los instantes de vulnerabilidad e incertidumbre, tenían la certeza de que conquistarían la meta. Las historias de estas mujeres, como Diana Trujillo, son la rosa de los vientos que está trazando el camino del destino de muchas niñas. Diana lo sabe bien por eso hace un llamado a las mujeres: “Estoy aquí para recordarles que nosotras las mujeres valemos. De que.. no es que yo sea especial por ser capaz de salir de casa y sobrevivir a la violencia machista, es porque traté de redirigir mi vida. Y también quiero que consideres el hecho de que si hay momentos en los que estamos asustadas, hay momentos en los que ni siquiera sabes que va a pasarte porque estás petrificada. Pero luego depende de ti y de Dios definir quién eres y en quien te vas a convertir. No depende de nadie más.”

Diana, como si ese nombre de Mujer Maravilla fuera su destino, es descrita por su madre, la señora María Patricia Venegas, como persistente, disciplinada y con alma de líder. Su gran fe, amor y pasión por sus anhelos, fueron lo que le permitieron salir de su terruño y llegar a Miami con 300 dólares en la bolsa. Ahí, Diana transformó lo imposible en posible a través de esfuerzo, audacia, trabajo, talento, perseverancia y valentía. Para ella, lo desafiante del trayecto de Cali a la NASA la entrenó para tomar decisiones, encontrar soluciones y liderar misiones. De todo lo vivido, desde su abuela y madre que le enseñaron independencia, hasta su abuelito con quien practicaba matemáticas en su tiendita, todo la ha traído a este lugar. Por esto, con el paso del tiempo tiene claro que, sin lo sinuoso del camino, ella no estaría donde está ahora. 

La vida de Diana es una constante ruptura de paradigmas, etiquetas y obstáculos, pero también es aquel adagio hecho carne que reza: “El éxito es la preparación y la oportunidad cuando se encuentran.” Su paso por el College, como todo su camino, estuvo marcado de ingenio por eso para descansar un rato de las clases ingles, buscaba en la biblioteca a quien apoyar en matemáticas, son las matemáticas el lenguaje que más ha contribuido a su éxito, lenguaje universal que no necesita traducción y que abrió las puertas que Diana tenía cerradas y que le permitieron recibir una beca para poder transferirse a una Universidad, logrando estudiar Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Florida. Cuando Diana estaba finalizando la carrera, un profesor le aconsejó que se postulara para realizar durante el verano una intership con la NASA Academy. Diana, lo intentó junto con otras 3 mil personas que aplicaron, quedando dentro de las 18 seleccionadas. Convirtiéndose en la primera mujer hispana migrante en ser admitida. Esta última parte del camino, antes de llegar a su adorada NASA, la llevó a culminar sus estudios en la Universidad de Maryland, mientras trabajaba en el vehículo de reabastecimiento de la Estación Espacial Internacional Cygnus, uniéndose después al Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California. 

Incluso cuando Diana logró consolidar sus sueños, no ha dejado de caminar dentro de la NASA donde actualmente es Directora de vuelo del programa Artemis. Ha sido Jefa de Misión del Rover Mars Curiosity, Ingeniera de sistemas encargada adjunta de proyecto y Jefa adjunta de las operaciones de ingeniería en Curiosity. A lo largo de 67 años de carrera espacial, han habido 108 directores de vuelos. Ella es la primera mujer hispana migrante en desempeñar el cargo. Fue elegida por su amplia experiencia en puestos de liderazgo, cuenta entre 10 y 15 años de experiencia en operaciones y sabe trabajar bajo presión, requisitos indispensables para ocupar su puesto. Por ahora la caleña ha puesto sus ojos en hacer más visitas a la luna, pero tiene el gran sueño de llevar una tripulación a Marte. 

Sus logros han sido reconocidos por muchos. En el 2021 la Fundación Herencia Hispana le otorgó el reconocimiento STEM junto a sus pares Christina Hernández y Clara O´Farrell, por su importante contribución en la misión del Rover Perseverance Mars 2020.  En el 2017 fue galardonada como los 22 MÁS por la embajada de Colombia en Estados Unidos, ese mismo año recibió el Premio Bruce Murray a la excelencia en educación y gestión pública. También, durante el 2021 fue laureada por el Congreso de Colombia con la orden al mérito Policarpa Salavarrieta y le fue otorgada, por su servicio a la patria, y en favor de la humanidad, la más emblemática condecoración en Colombia, la orden de Boyacá.

La historia de Diana Trujillo Pomerantz, es la historia de una mujer que decidió no solamente ser lo que le decían debía ser, sino entendió que podía ser todo lo que quisiera ser. Una mujer, ahora casada y con hijos, que demuestra que las mujeres son el recurso humano más desperdiciado del planeta y que no debería ser necesario decidir entre una vida familiar y hacer realidad los sueños. Ahora condecorada, liderando importantes programas, construyendo robots, controlando misiones, llevando tripulaciones a la luna, transmitiendo su pasión por la ciencia y la tecnología a través de libros, videos educativos y colaborando arduamente con fundaciones; la niña que ansiaba explorar el espacio, a la que nombraron Lady Diana para ser la primera en lograr cosas grandes, no es la primera que lo ha hecho. A sus costados están las mujeres de su familia que con cada paso que Diana ha hecho han logrado también salir del Cali de sangre y estar ahora entre las estrellas. Mujeres que educando a una niña, que parecía tenerlo todo en contra, para esperar lo mejor de ella, han cambiado vidas. Diana, también, es una de esas mujeres ahora, acostada sobre la hierba, cantando canciones y explorando las constelaciones acompañada de su hijo, que sin duda alguna, al igual que su madre llegará más allá de sus propias expectativas.

Fuentes